En 1908 Alexis le extirpó los riñones a un perro, uno de ellos se los volvió a poner y sobrevivió. En 1912 le dieron el premio Nobel y dos años más tarde consideraba que había resuelto los problemas quirúrgicos y se podía aplicar en humanos.
También comprobó que cuando el trasplante lo hacía en distintos perros la mayoría moría, aquí descubrió el rechazo.
Entre los años 1915-1987 Peter Medawar averiguó que el rechazo de los trasplantes era proveniente de un fenómeno inmunológico producido por las diferencias genéticas entre el donante y el receptor.
Entre 1899-1985 Burnet decía que el sistema inmunitario era el principal sistema defensivo de los seres vivos. El sistema inmunitario son células (glóbulos blancos), unos comen sustancias antígenas y otros producen inflamación con altas temperaturas en la zona afectada, otros producen anticuerpos (sustancias que anulan la toxicidad del antígeno). Se forman en la médula ósea, amígdalas, bazo y gánglios linfáticos.
Benacerraf, Snell y Dousett fueron premiados con un Nobel porque descubrieron que en la membrana plasmática de todas las células existen unas proteínas que actúan como señales de identificación celular, cada uno de nosotros tenemos una proteína distinta y están determinadas por unos genes, son las llamadas antígenos H. Estos antígenos de histocompatibilidad indican la especie, el órgano y el individuo; así el sistema inmunitario reconoce lo propio de lo extraño, combate contra ellos con los anticuerpos.
Vencer la histocompatibilidad es el principal problema de los trasplantes.
Murray y Thomas en los 90 hicieron posible el trasplante al demostrar que mediante radioterapia y sustancias inmunosupresoras, como la azatriopina, podían minimizar el rechazo del trasplante dentro de los mismos grupos de histocompatibilidad. Tiene un inconveniente, y es que ponen en riesgo a los pacientes de infecciones oportunistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario